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viernes, 27 de enero de 2012
miércoles, 30 de marzo de 2011
Prospección
Existió, hace ya muchos años, un hombre cuya bondad era reconocida por todos. Llegó el momento de entregar cuentas al creador, y el alma del hombre fue trasladada al cielo.
San Pedro, consciente de la bonhomía del hombre quiso premiarlo, dándole a elegir dónde quería pasar la eternidad.
- Para elegir, ¿Me está permitido visitar cielo e infierno?- inquirió el hombre. San Pedro respondió con un sí a su duda, pero le informó que existía una condición- La decisión sería inapelable por toda la eternidad-.
El hombre aceptó. Fue enviado, primero, a conocer la Gloria del Cielo. Su visita fue fructífera, observó a Querubines y Ángeles, cantando glorias al Señor. Sin embargo, no dejó de notar cierta monotonía y él habiendo sido bueno toda su vida considero que merecía más.
Visitó el Infierno y cuál ha sido su sorpresa que, a las puertas del mismo, fue recibido por escultural Diablita, misma que le proporcionó una visita guiada permitiéndole observar una continua fiesta con todos los placeres de la vida.
Vino a raudales, sexo sin freno, comida de todo tipo, frutas exóticas, cómodas habitaciones y habitáculos adecuados para mayor disfrute de los concurrentes.
No dudó, eligió el Infierno. Incluso tuvo oídos sordos a las dudas de San Pedro,-¿Estás seguro hijo mío?- -Sí, San Pedro, siempre evite estos placeres, pero hoy que tengo la oportunidad no la dejaré pasar.- –Está bien hijo mío, es tu elección-, y apretando un botón el hombre fue enviado al infierno.
La sorpresa fue mayúscula, fue recibido por un monstruoso demonio, en lugar de la escultural Diablita, obligado a entrar con los pinchazos de afilado tridente, no pudo salvo exclamar – ¡He sido engañado! ¡Esto no es lo que me prometieron! – A lo que el Demonio replicó – ¡No te quejes, antes eras prospecto, hoy ya eres cliente!-
Todo parecido con la realidad es mera coincidencia.
Cuándo el vendedor está llevando a cabo su labor de trabajo profesional, para la obtención de un primer pedido….está trabajando un prospecto. Cuándo éste firma, se convierte- en ese momento- en cliente. En consecuencia, en los competidos mercados actuales, ya no puede hablarse de cliente poseído, sino de inestable prospecto. Aquel- cliente- era razonablemente seguro, el prospecto requiere ser cuidadosamente cuidado.