Existió, hace ya muchos años, un hombre cuya bondad era reconocida por todos. Llegó el momento de entregar cuentas al creador, y el alma del hombre fue trasladada al cielo.
San Pedro, consciente de la bonhomía del hombre quiso premiarlo, dándole a elegir dónde quería pasar la eternidad.
- Para elegir, ¿Me está permitido visitar cielo e infierno?- inquirió el hombre. San Pedro respondió con un sí a su duda, pero le informó que existía una condición- La decisión sería inapelable por toda la eternidad-.
El hombre aceptó. Fue enviado, primero, a conocer la Gloria del Cielo. Su visita fue fructífera, observó a Querubines y Ángeles, cantando glorias al Señor. Sin embargo, no dejó de notar cierta monotonía y él habiendo sido bueno toda su vida considero que merecía más.
Visitó el Infierno y cuál ha sido su sorpresa que, a las puertas del mismo, fue recibido por escultural Diablita, misma que le proporcionó una visita guiada permitiéndole observar una continua fiesta con todos los placeres de la vida.
Vino a raudales, sexo sin freno, comida de todo tipo, frutas exóticas, cómodas habitaciones y habitáculos adecuados para mayor disfrute de los concurrentes.
No dudó, eligió el Infierno. Incluso tuvo oídos sordos a las dudas de San Pedro,-¿Estás seguro hijo mío?- -Sí, San Pedro, siempre evite estos placeres, pero hoy que tengo la oportunidad no la dejaré pasar.- –Está bien hijo mío, es tu elección-, y apretando un botón el hombre fue enviado al infierno.
La sorpresa fue mayúscula, fue recibido por un monstruoso demonio, en lugar de la escultural Diablita, obligado a entrar con los pinchazos de afilado tridente, no pudo salvo exclamar – ¡He sido engañado! ¡Esto no es lo que me prometieron! – A lo que el Demonio replicó – ¡No te quejes, antes eras prospecto, hoy ya eres cliente!-
Todo parecido con la realidad es mera coincidencia.
Cuándo el vendedor está llevando a cabo su labor de trabajo profesional, para la obtención de un primer pedido….está trabajando un prospecto. Cuándo éste firma, se convierte- en ese momento- en cliente. En consecuencia, en los competidos mercados actuales, ya no puede hablarse de cliente poseído, sino de inestable prospecto. Aquel- cliente- era razonablemente seguro, el prospecto requiere ser cuidadosamente cuidado.